viernes, 21 de enero de 2011
Los rollers encantados
Hoy me preguntaba cuanto es el tiempo que tardamos en perder interés o “des-maravillaros” de nuestras elecciones.
Ya desde niños esto, al menos a mi me sucedía. Recuerdo una época en la que estaban de moda los rollers, y yo los deseaba con absoluta locura. Era capaz de limpiar mi habitación 50 veces al día, traer a casa las mejores notas, ayudar en todo, con tal de tenerlos. Finalmente un día del niño, los rollers llegaron. Mi alegría era inmensa, ese día me los puse y durante una semana iba y venía en rollers con absoluta excitación, como si nada en el mundo se le pareciera. Con ellos era feliz, ni muñecas, ni osos, ni siquiera la soga lograba captar mi tiempo.
Pero al cabo de unas dos semanas más, aproximadamente, habían quedado allí dentro de su caja. Ya me cansaba atarles los cordones, me aburría de ir y venir, me comenzaban a parecer incómodos… había perdido el interés en ellos… la emoción. ¿Qué había ocurrido?....
Hoy podría decir… había cerrado una gestalt… y seguro estaba deseando algo nuevo. Pero las cosas comienzan a complicarse a medida que crecemos. De chicos se trata de juguetes, de objetos… pero de grandes se trata de los acontecimientos de la vida misma.
Queremos un determinado título, anhelamos un trabajo, un determinado estatus… Luchamos por llegar, sacrificamos en el esfuerzo muchas cosas, lo obtenemos, nos emocionamos, nos excitamos, sentimos que nada se le compara… y luego toda esa exaltación se pierde como las palabras en el aire.
¿Y entonces qué?
Me pregunto que sucede entre ese instante en el que el cuerpo nos vibra intensamente, y aquel instante en que todo desaparece, como si nunca hubiese pasado por allí. Y uno se dice a si mismo ¿Pero cómo puede ser, si hasta hace un tiempo parecía lo mejor que hecho en años?...
Gente… lo que pasa entre ese instante y el siguiente… ES LA VIDA MISMA.
Aunque no nos demos cuenta, fluye tan rápido que solo notamos los cambios, porque hasta nos cuesta verla correr. En esos soplos de excitación tendemos a nublarnos con un “quisiera que esto dure para siempre”… y de un momento a otro, todo cambia tanto que nos preguntamos qué era lo que hacíamos aquí… o porque lo habíamos elegido.
Realmente me gustaría darles una fórmula, o que la misma tan solo existiera para sobrellevar el desencanto. Pero no la hay… nos pasará una y otra vez en todos los planos de la vida. Porque cambian los tiempos, y con ellos las necesidades, los deseos, a veces hasta los mismos sueños.
Solo sepan que nada es mejor o peor, simplemente LO QUE ES ES y eso es lo que no cambia, porque no podemos cortar el rumbo de la vida. Al río podemos desviarlo, limitarlo, pero no podemos cortar su afluencia, porque luego viene con más fuerza… y todos saben lo que sigue.
Lo que si les puedo decir que el desencanto, como las derrotas son lo que nos hacen más fuertes, son los que nos permiten crecer. Tendremos que permitirnos DESENCANTARNOS, simplemente para volvernos a ENCANTAR.
Hace tiempo en una de las vueltas a mi casa encontré la caja, y allí dentro estaban mis añorados rollers, casi nuevos. Por supuesto que volví a encantarme y deseaba ponérmelos como si nunca los hubiese usado. Pero ¿Saben qué? Ya no me entraban… y entonces aprendí dos cosas.
La primera, hay que disfrutar tanto el momento del encanto porque es único y a veces irrepetible.
La segunda, podemos volver a ENCANATARNOS con las mismas cosas todos los días…¿CÓMO? Depende solo de nosotros.
Un saludo enorme a todos! Y será hasta la próxima entrada!.
G.M.
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