martes, 12 de noviembre de 2013
Carta a mi Fuerza de Voluntad
Hoy me levanté con ganas de escribirte. Llegamos juntas al final de un año lleno de decisiones en un principio y de concreciones hacia el final, gracias a que estuviste presente cada día y a cada instante.
Lograste moverme y motivarme aun en los momentos más difíciles, levantarme con la lluvia, con el frío,
en las madrugadas oscuras del invierno.
Vimos juntas a los árboles desojarse y florecer con la llegada de la primavera y hoy disfrutamos juntas la salida del sol,
en aquellas mismas madrugadas que tanto nos hacían congelar.
Esperamos el 160 casi seis de los siete días que tiene la semana, apretadas, incómodas, a los saltos y alguna que otra vez,
en algún asiento desocupado.
Hicimos que las matemáticas tan odiadas se trasformaran en un desafío, y lo superamos.
Volvimos a retomar la lectura diaria, los apuntes, los cuadros sinópticos y las exposiciones.
Te exigí aun más, agregándote el trabajo corporal de los sábados, y todas aquellas horas dentro de la cueva del trabajo, y respondiste siempre con más.
Discutimos mucho, incluso cada día, porque yo quería estar un ratito más y vos me alentaste a seguir.
Y así llegamos al final del año, con los objetivos cumplidos. El cansancio es inevitable, pero todo se supera con la alegría de saber que te tengo y que puedo contar con vos para lo próximo, que siempre es más.
Gracias infinitas...
No por nada te definen dos de las palabras más alentadoras que movilizan a los seres humanos: FUERZA y VOLUNTAD.
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