Comenzar un texto movido por una
moción interna, ha sido mi constante. Serán las palabras acaso ese vómito
necesario para alcanzar la calma, almenos instantánea o perdurable. Es esa sensación de expulsión-repulsión
concomitante al presente vívido, que confronta al pasado que asecha. Una y otra
vez me baño en un río de fantasías y después me hallo
en la nada sucumbiendo,
proliferando y despotricando contra mí misma. No hay ganancia en estos síntomas
más que la pérdida total de lazo afectivo con las imágenes mentales,
proyectadas en la realidad. Basta de esperar la simbiosis entre lo imaginario y
lo real. Renunciar o continuar se trasforma en un desafío que atormenta como un
nudo verborrágico que explota. El deseo que motoriza el más inexacto de los
planes, se confronta con una vida métrica.
El afecto se desarraiga fantasmagóricamente elevándose a carcajadas ante
mí. No voy a luchar por juntar las migajas de lo ilusorio de mi mente. Ya no
importa si nada abraza lo que llaman realidad. Quizás cuando aquello se esfume,
solo quede lo crudo y podrido y se dejen ver algunos cristales ¿reales?. Ya no
me pertenecen esas cartas, el juego sentido ha acabado para mí. ¿Conservaré
acaso el sórdido aliento? . Pues nada queda tras el viento de la desesperanza. Ello
vuelve a revolver el abrigo pegajoso de un retoño, sin nombre al principio y
poderoso después. Seas del estirpe que seas volverás a vomitar tantas veces,
hasta que dejes de fabricar las más crueles mentiras sobre el todo, que se
volverá nada. Y así una y otra vez, una y otra vez…..
GM.