domingo, 7 de agosto de 2016

Vómito mental




Comenzar un texto movido por una moción interna, ha sido mi constante. Serán las palabras acaso ese vómito necesario para alcanzar la calma, almenos  instantánea o perdurable. Es esa sensación de expulsión-repulsión concomitante al presente vívido, que confronta al pasado que asecha. Una y otra vez me baño en un río de fantasías y después me hallo
en la nada sucumbiendo, proliferando y despotricando contra mí misma. No hay ganancia en estos síntomas más que la pérdida total de lazo afectivo con las imágenes mentales, proyectadas en la realidad. Basta de esperar la simbiosis entre lo imaginario y lo real. Renunciar o continuar se trasforma en un desafío que atormenta como un nudo verborrágico que explota. El deseo que motoriza el más inexacto de los planes, se confronta con una vida métrica.  El afecto se desarraiga fantasmagóricamente elevándose a carcajadas ante mí. No voy a luchar por juntar las migajas de lo ilusorio de mi mente. Ya no importa si nada abraza lo que llaman realidad. Quizás cuando aquello se esfume, solo quede lo crudo y podrido y se dejen ver algunos cristales ¿reales?. Ya no me pertenecen esas cartas, el juego sentido ha acabado para mí. ¿Conservaré acaso el sórdido aliento? . Pues nada queda tras el viento de la desesperanza. Ello vuelve a revolver el abrigo pegajoso de un retoño, sin nombre al principio y poderoso después. Seas del estirpe que seas volverás a vomitar tantas veces, hasta que dejes de fabricar las más crueles mentiras sobre el todo, que se volverá nada. Y así una y otra vez, una y otra vez…..

GM.

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